martes, 20 de abril de 2010

La Imposible Sociedad Ideal

Como seres individualistas siempre opinamos y criticamos acerca de lo que otros hacen, sin darnos cuenta que nosotros mismos lo estamos haciendo también. Uno tiende a hacer que el resto de la sociedad entre en razón sobre algún tema, sin darnos cuenta que realmente los que tenemos que entrar en razón somos nosotros mismos.
Es así como me sucede cuando critico características chilenas en el modo del consumismo, trato de imaginar la sociedad ideal, con la manera de consumo adecuado el que es representado por figura moral estoica. Pero yo, sin embargo no contribuyo de la mejor manera a mi codiciada o mejor dicho, anhelada “sociedad ideal”. Esta sociedad ficticia solo se me viene a la mente cuando intento reflexionar sobre cómo sería un mundo mejor, según mi criterio.

Como compradora me puedo llegar a considerar como una clienta algo abusadora del dinero, como muchas personas en la sociedad simplemente “se me escapa el dinero de las manos”, un mal que ha hecho que las colectividades a lo largo de todo el globo terráqueo no tengan uso de razón en qué y cómo acabaron con el dinero que recién tenían entre sus manos. Como así existen muchas personas las cuales al tener créditos se exceden mucho en sus compras, y no conocen cuanto han gastado ya que el dinero no es del todo tangible, si no que se concentra en una pequeña tarjeta plástica.
La cadenas de créditos han provocado que estas redes de comercio sean incluso más enredadas e incrédulas. La palabra crédito viene de otorgarle credibilidad a alguien, pero esta invención de sistemas crediticios masivos ha transformado el préstamo en algo totalmente no confiable e impersonal. ¹ “La masificación de este hace que la confianza deje de constituir un lazo moral entre caballeros, entre iguales, y se convierta en una probabilidad estadística”.
Mi manera de percibir el mundo del consumismo después de haber leído el libro del bien reconocido autor, Tomás Moulian (Edición Libros del Ciudadano)cambió mucho, me hizo recapacitar sobre la “infeliz vida” que vivimos la gente de clase media – alta aquí en Chile, donde la vida gira en torno al capitalismo debido a la intensa oferta y demanda que surge entre el comprador y vendedor.
Una de las maneras de referirme al mundo infeliz o menos ufano a comparación de mi “sociedad ideal”, se basa en la idea de que las cosas están llevadas directamente a las manos del consumidor.
Ya no existe el ir a comprar a la frutería, ir a comprar los confites a la dulcería, o ir a la reparadora de zapatos donde el zapatero te conoce de toda la vida, o incluso donde el panadero que te vio crecer. Todos estos negocios fueron inmersos y ahogados por los supermercados y en un menor porcentaje por los mismos malls. Como cita el escritor Chileno Tomás Moulian:
²“El aburguesamiento de la cultura ha producido un empobrecimiento de la idea de felicidad. Esta es definida como crecimiento de oportunidades que es posible conseguir”.
El trabajo es inmensamente desvalorizado y el consume es sobre valorizado. Todas las compras se hacen monótonas totalmente autónomas, no hay ningún contacto entre el vendedor y el consumidor, hay simplemente una rutinaria lista de productos que comparar semana tras semana para abastecer las necesidades del hogar. Pero obviamente para muchos comprar va mucho más allá de una ida al supermercado, si no que un uso del dinero de manera fetiche. “La cultura produce la idea de la felicidad es un tener que proviene del exterior. Se consigue a través de la cómodas cuotas que pagan un resort en las Bahamas, con mares tibios, pesca submarina etc.”

Por otro lado, yo considero que los consumidores también estamos siendo cegados por las abrumadoras propagandas que constantemente muestran muy innovadores productos, los cuales son los comúnmente conocidos como productos “Made in China”, estos son aquellos que captan nuestra atención desde el minuto que son lanzados al mercado, ya que sus características físicas y el valor monetario de estos productos son considerablemente de bajo costo. Pero a diferencia de un producto de calidad de origen legítimo este durará un tiempo prolongado. Por un lado, el producto de origen Chino no alcanza a durar un par de meses o la otra posibilidad, es que salga al mercado una versión “2.0” del objeto. En cambio por ejemplo una batidora de origen Italiano que costó una cantidad de dinero considerablemente alta siempre será una buena batidora por más que pasen los años.

Todos los hechos, causas e informaciones que entregué anteriormente, a mi juicio son razones que hacen al hombre del siglo XXI un ser con más complicaciones.
Con respecto a las cadenas de consumo, estas afectan en la notable suma de cuentas por pagar y en los estresados hombres y mujeres que no duermen tranquilos por las noches debido a los posibles sobregiros y morosidades pendientes.
Para que hablar de la inmensa cantidad de productos lanzados al mercado. Por cada shampoo existen cientos de marcas y diseños; por cada perfume se hallan cientos y cientos de esencias y envases distintos, estos hacen que los individuos siempre estén tratando de obtener lo mejor. Esta lucha constante para mantener el status hace que las personas se enfoquen tanto en lo material que no exista ningún minuto de sus agitados días que se dediquen a su interior . ³“La felicidad no es ya el producto de la realización trascendental en la fe, en el amor, en la pasión, en la lucha por causas, en el saber o en la bondad”.
Para mí, escritora de este ensayo: Ni las cadenas de consumo, ni la desvalorización del trabajo, ni la sobrevalorización del consumo, ni el aburguesamiento de la cultura, ni el dinero como fetiche, ni la inmensa cantidad de productos en el mercado, hacen del hombre del siglo presente a un hombre más feliz. Según mi perspectiva hacen del hombre un ser posesivo, egoísta e indiferente por el resto.
Incluso, estas características que adquiere el hombre cuando el consumo se le va de las manos, afectan a la familia, a la vida familiar, y al tiempo dedicado al resto de sus seres queridos.
Podemos ver cientos de hombres agobiados por los quehaceres materiales, y crediticios. No tener el último computador, y el nuevo aparato para "Blackberry" es casi como cometer un delito.

Si estamos así de sometidos en esta "Sociedad infeliz" (según mi propia opinión) en el presente año 2010. ¿Cómo estaremos en el 2020?
Es fácil pensarlo, ahora el tema es solucionarlo.




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1. “La masificación de este hace que la confianza deje de constituir un lazo moral entre caballeros, entre iguales, y se convierta en una probabilidad estadística”.
Tomás Moulian - El consumo me consume página 44

2. “El aburguesamiento de la cultura ha producido un empobrecimiento de la idea de felicidad. Esta es definida como crecimiento de oportunidades que es posible conseguir”.
Tomás Moulian - El consumo me consume pàgina 35

3. “La felicidad no es ya el producto de la realización trascendental en la fe, en el amor, en la pasión, en la lucha por causas, en el saber o en la bondad”.
Tomás Moulian - El consumo me consume página 35

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